Publicado: Guatemala, 7 de febrero del 2025
¿Guatemala será el próximo centro de producción para EE.UU.? Jorge Jacobs explica cómo Guatemala, con las reformas correctas, podría convertirse en un actor clave para el mercado estadounidense.
La visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, dejó en claro que la administración de Donald Trump tiene un interés estratégico en Guatemala. La migración y la seguridad fueron los temas centrales, pero lo realmente relevante para el futuro del país está en el plano económico. Esto abre una ventana de oportunidad que Guatemala no puede darse el lujo de ignorar: consolidarse como un centro de producción hacia el mercado estadounidense.
Desde hace 10 años vengo advirtiendo que la situación en China se iba a deteriorar, y que eso abre una oportunidad de una vez en varias generaciones para quienes sepan aprovecharla. Las razones son muchas, siendo las principales el giro hacia un fuerte autoritarismo y sus características demográficas. La llegada de la pandemia y la crisis geopolítica de los últimos años solo aceleraron esa tendencia, que pocos veíamos hace una década.
No es ningún secreto que la política exterior de Trump busca reducir la dependencia de China en las cadenas de suministro globales. La pandemia y las tensiones comerciales han obligado a Estados Unidos a buscar alternativas cercanas y confiables para la manufactura. Guatemala tiene una ventaja competitiva innegable en este escenario: cercanía geográfica, costos de producción relativamente bajos y acceso preferencial al mercado estadounidense. Pero tener el potencial no es suficiente para atraer inversión extranjera, como ha quedado claro en los últimos años.
Rubio mencionó la colaboración con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos para mejorar la infraestructura portuaria y logística de Guatemala —que considero su “plan B” por si se les complica la situación en Panamá—. Este es un paso positivo, pero insuficiente si no viene acompañado de reformas estructurales que eliminen las regulaciones que entorpecen la llegada de capital extranjero. Abrir y operar una empresa en Guatemala sigue siendo un proceso engorroso, lleno de trámites burocráticos absurdos que solo sirven para alimentar la corrupción y el clientelismo político.
Guatemala tiene la posibilidad de convertirse en un punto clave de manufactura para el mercado estadounidense. Pero esto solo ocurrirá si el gobierno deja de lado la mentalidad intervencionista y entiende que el crecimiento económico no proviene de los planes gubernamentales, sino de la libertad de las personas para producir, consumir e intercambiar, sin coerción ni privilegios. La única forma de atraer inversión es garantizando un entorno de negocios estable y seguro, eliminando trabas burocráticas, reduciendo impuestos, y garantizando el respeto irrestricto a la propiedad privada y la certeza jurídica.
El friendshoring es una política que beneficia a los países alineados con los intereses estratégicos de Estados Unidos. Guatemala, por su histórica relación con Taiwán y su cooperación en materia de seguridad, tiene una posición ventajosa frente a otros países de la región. Tiene la posibilidad de diferenciarse como un destino confiable para las empresas que buscan trasladar su producción fuera de China. Sin embargo, esto no se logrará si no se hacen los cambios necesarios.
La relación con Estados Unidos es clave en este proceso. Rubio dejó claro que Guatemala debe cooperar en los temas de interés de Washington, pero también abrió la puerta a oportunidades económicas que podrían cambiar el rumbo del país. Pero los cambios que se necesitan no dependen de Estados Unidos, sino de nosotros. Si seguimos esperando que la inversión llegue sin ofrecer las condiciones adecuadas, perderemos otra oportunidad histórica. ¿Vamos a aprovechar la oportunidad o seguiremos apostando por el estancamiento?