Planificación Racional o Absurda

Manuel F. Ayau / Fundador del Centro de Estudios Económico-Sociales -CEES- / Cees@cees.org.gt

Publicado: Guatemala, 27 de febrero de 1975

¿Qué causa la miseria en un mundo lleno de abundancia? Manuel F. Ayau analiza cómo la crisis global se debe a las intervenciones gubernamentales que distorsionan los mercados y limitan la prosperidad. Ayau explica cómo la eliminación de estas interferencias puede abrir el camino hacia el bienestar de todos.

La economía del mundo entero está en crisis. Miles se mueren de hambre. ¿Cuál es la causa del uso irracional de los abundantes recursos naturales y humanos que ha provo­cado esta lamentable situación? La interferencia estatal a nivel mundial es la causa, y en tanta no se reconozca, no Podremos lograr ni paz ni prosperidad.

CLASES DE INTERFERENCIA

La interferencia del gobierno en los actos económicos de los ciudadanos ha existido en el mundo en todas las épocas. En algunos casos, esta interferencia es total, al grado de que no existe la propiedad privada de los medios de producción de hecho, como en el fascismo o feudalismo, o de derecho como en el socialismo o comunismo. En cuanto al monto de propiedad de bienes de consumo al que tiene derecho un ciudadano hay limitaciones expresas. En otros poquísimos casos la interferencia ha sido limitada al mantenimiento del orden jurídico (capitalismo).

Desde luego, siempre se ha aceptado la injerencia estatal en sí, exceptuados los anarquistas. El simple hecho de ejercer el poder para hacer que se cumplan los contratos libremente pactadas constituye, estrictamente, injerencia estatal. Pero, y este «pero» es crucial, hay un tipo de injerencia que consiste en dirigir o encauzar los actos privados de los ciudadanos hacia metas determinadas por el gobierno (planeamiento estatal) que interfiere con la libertad de los ciudadanos; y hay otro tipo de injerencia que consiste en constreñir y limitar los actos de los ciudadanos a actos pacíficos, congruentes con iguales derechos de los demás (planeamiento de mercado) que garantiza la libertad.

La diferencia en la naturaleza de los dos tipos de injerencia puede ilustrarse si consideramos el papel del árbitro en un luego de fútbol. En el caso de la injerencia total, el árbitro no sólo se encarga de que las reglas del juego se respeten sino también él decide qué jugadas hará cada equipo, quién y cuándo patea la pelota y quién va a ganar, o si para que el juego sea justo, que siempre haya empate.

En el otro tipo de injerencia, el árbitro se encarga de que se respeten las reglas del juego en forma imparcial para todos, y deja que el resultado lo determinen la desigualdad de habilidad y la suerte.

En el primer caso hay un juego dirigido; el segundo un juego libre, aunque en ambos casos el árbitro tiene una injerencia determinada.

EL PRESENTE

En nuestro tiempo la economía está dirigida cada vez más. Casi no hay actividad económica que no esté sujeta a la autoridad de alguna entidad burocrática con poder discrecional. Queda ya muy poco en el que hacer diario de la producción y la distribución de bienes que se pueda decidir libremente, teniendo en cuenta exclusivamente las limitaciones impuestas por los derechos ajenos.

Sin embargo, cuando las cosas no funcionan satisfactoriamente, cuando hay escasez de algo, etc., se culpa a la supuesta anarquía del mercado, y a la libertad, que en realidad ha quedado distorsionada y limitada por todas las reglamentaciones y disposiciones discrecionales. Se dice también que el mercado no resuelve los problemas y que no funciona, pero ¿es qué se le deja funcionar?

Se dice que no hay economía dirigida, pero, ¿qué actividad no está dirigida? (Dirigida en el sentido de que se encauza la actividad hacia fines determinados por alguna autoridad, y no dirigida en el sentido de que solamente se hace prevalecer las reglas del juego).

INSTRUMENTOS DE PLANIFICACIÓN

Como ejemplo de instrumentos de dirección, son notorios (a) los aranceles de aduanas, cuando las tarifas no son exclusivamente para recaudar fondos de sostenimiento del estado sino para «proteger la balanza de pagos», «proteger la salud», «proteger la incipiente industrias», «proteger nuestra producción agrícola», etc. (b) El sistema de licencias para establecer negocios que encarece el costo de entrada al negocio. (c) El sistema de permisos y cuotas de exportación. (d) Los controles de precios. (e) Las actividades expresamente prohibidas, tales como producir electricidad, prestar servicios telefónicos, prestar servicio de acarreo de mensajes, prestar servicio de descarga de buques, o servicio de transporte de pasajeros por aire, y un sinfín de actividades que son pacíficas, deseables y honradas, y que sin embargo, están prohibidas o se hacen prohibitivas para proteger monopolios gubernamentales.

Aquellos que desean que la planificación totalitaria se extienda más, culpan al mercado de no funcionar, como si pudiera funcionar con todos esos obstáculos.

LA PLANIFICACIÓN ES TOTALITARIA

Muchos creen que puede haber planificación democrática. Pero ello es un contrasentido. La planificación es totalitaria porque evidentemente la única manera de hacer que los ciudadanos adopten los planes del gobierno es por la fuerza o por la amenaza de la fuerza. Sin la fuerza nadie actuaría de acuerdo con los planes del gobierno en tanto y en cuanto no coincidan con los planes propios y libres. Sin la amenaza de la fuerza los planes estatales son inocuos, aunque los planes sean adoptados por la mayoría de los votantes lo cual nunca se da o por sus representantes que nunca son electos por «el plan» que proponen. Por ello, todo plan gubernamental es necesariamente dictatorial.

Además, todo plan económico estatal es irracional, aunque ello suene paradójico. Por otra parte, no es irracional, que el gobierno planifique el gasto público; que tenga presupuesto de las entidades burocráticas, y que planifique las obras públicas o servicios que presta.

PLANIFICACIÓN Y PLANIFICACIÓN

Pero lo señalado no es lo que se entiende por planificación económica estatal. Por planificación estatal se entiende el encauzar por constreñimientos impuestos coercitivamente la actividad económica de los ciudadanos hacia metas y con medios escogidos por el gobierno.

Hablar de planificación estatal económica en algún otro sentido no tiene objeto, y es por lo tanto muy importante tener esto claro, pues de lo contrario resulta inocua cualquier discusión.

También es necesario tener claro que la ausencia de planificación estatal no significa que ya nadie va a planear sus actos. Nadie actúa sin pensar cuáles serán y cómo logrará sus objetivos. Y no sería factible explicar la organización económica privada de la producción, transporte, distribución, etc., que cubre el mundo entero, sin planificación. Dicha planificación no es, ni ha sido, estatal, sino privada y libre.

De modo que siempre hay, estrictamente hablando, planificación. Lo que sucede es que la palabra «planificación», comúnmente hablando, se refiere a la planificación estatal y no a la planificación libre.

PLANIFICACIÓN ES IRRACIONAL

Se dijo arriba que la planificación económica estatal es irracional. Esto no es una aseveración aligerada, sin fundamento o simplemente doctrinaria. Desde la década de los veinte, el problema de fondo de la planificación se ha tratado de resolver sin éxito. Principalmente son dignos de mención los esfuerzos de los economistas socialistas como Taylor, Oscar Lange y Ota Sik. Antes de eso, no se había reconocido la existencia del problema. Hoy sigue siendo tratado el tema en los países socialistas, sin éxito. En los países occidentales, «se supone» que el problema ya fue resuelto.

Consiste el problema en que en el ámbito de las decisiones económicas es necesario el cálculo basado en precios monetarios. Pero los precios, para que sean precios reales y que tengan utilidad en dicho cálculo, no pueden ser inventados. Para que los precios sirvan para el cálculo económico, deben reflejar la relativa escasez y accesibilidad de los recursos disponibles, la relativa capitalización entre cada sector productivo y entre cada área geográfica, el estado relativo de la accesibilidad de tecnología y de «saber-hacer» (Know-how), las prioridades desiguales y relativas de cada sociedad, grupo o persona, y todo aquello que un precio refleja. Los precios por tanto, tienen que ser el producto del libre intercambio de patrimonios privados, situación que por definición, excluye la planificación.

Por eso, los países que planifican no tienen precios propios, sino «cuasi-precios», llamados precios, que son inventados o copia de precios exógenos modificados a gusto de la autoridad. Pero, y aquí está lo irracional del proceso, nadie puede saber cuál es la desviación que existiría del precio real al precio inventado, una vez que el proceso económico ha sido distorsionado inicialmente por la «falsificación» de los precios.

Se produce así la desordenada asignación de recursos, con el desperdicio, pobreza y subdesarrollo natural que dicho proceso conlleva, pues la ausencia de datos pertinentes no permite calcular para economizar.

Por razón de espacio, no es este el lugar adecuado para desarrollar el tema más a fondo. A quienes suponen que la planificación es factible, baste en esta ocasión hacerles saber que el problema existe, que se ha tratado de resolver, y que hasta el momento ni la planificación y, por la misma razón, tampoco el socialismo, constituyen sistemas factibles de organización social aunque existan países llamados «socialistas», pues estos se basan en la existencia de la propiedad privada en otros países, que les permite copiar precios y «jugar al mercado».

El movimiento «intelectual» socializante es, por lo tanto, absurdo, pues simpatiza con algo meramente soñado y no científicamente descrito. Y el socialista (o sus simpatizantes) que no tema poner en peligro sus dogmas, puede consultar las referencias que se dan a continuación, para averiguar más a fondo en qué consiste su problema, y porqué históricamente todos los intentos de planificación han fracasado, independientemente del talento y la honradez de quien planifica.

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  1. A. Hayek, Collectivist Economic Planning. Londres, Geo. Routledge & Sons reproducido en Capítulo VII, Socialist Calculation, del libro The Economic Order. F. A. Hayek, Chicago 1948.
  2. A. Rodríguez Echeverría, El Mito de la Racionalidad del Socialismo. Tesis presentada a la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Costa Rica. Contiene amplia bibliografía.
  3. von Mises, El Socialismo. Editorial Hermes, 8. A. México 1961.

Ota Sik, Plan And Market Under Socialism. International Arts and Sciences Press, Czechoslovakia.

Paul Craig Roberts, Marx’s Theory of Exchange, Alienation and Crisis. Sandford, California 1973.

  1. D . Dickinson, Price Formation in a Socialist Community. Economic Journal, Junio 1933.

Jan Drewnowski, «The Economic Theory of Socialism: A Suggestion for Reconstruction»,. Journal of Political Economy, Agosto 1961.

P. C. Roberts: «Drewnowsky Economía Theory of Socialism». Journal of Political Economy, Julio 1968.