Publicado: Guatemala, 11 de abril del 2024.
¿Qué impide el crecimiento económico en Latinoamérica? Ramón Parellada explora la importancia de un Estado de Derecho, la necesidad de reglas claras y la estabilidad política para el desarrollo de los países.
Latinoamérica es una región pobre pero rica, con tantos recursos naturales y, sobre todo, recursos humanos. Me preguntaba el otro día: ¿Cuáles son las principales razones por las que en América Latina no hay más inversiones? ¿Qué es lo que retrasa o evita un mayor crecimiento económico? ¿Qué obstáculos tenemos y cómo eliminarlos? Estas preguntas se las hice a algunos expertos y conocedores del tema.
En primer lugar, carecemos de un verdadero estado de Derecho. Existe mucha incertidumbre jurídica, y debido a ello hay una falta de previsibilidad. Un inversionista no quiere ir a donde no existe certeza jurídica. El capital extranjero irá donde pueda generar rentabilidad, pero a la vez se permita a los dueños de ese capital poder retirar sus utilidades en cualquier momento, sin restricción de ningún tipo. Ese capital se invertirá si es protegido contra robos, fraudes, invasiones, abusos del poder, bajos impuestos, menor criminalidad y otras aberraciones que pueden afectar a los inversionistas.
En segundo lugar y relacionado con la falta de un verdadero estado de Derecho está el cambio de reglas del juego. En temas de regulaciones y medio ambiente, las reglas del juego han ido cambiando arbitrariamente sin respetar, en muchas ocasiones, lo establecido previamente y que evitó que algún capital se invirtiera. La diferencia entre un país rico y uno pobre radica en que el primero tiene más capital invertido per cápita. Esa acumulación de capital que se hizo durante muchos años hace que ese país tenga gente gozando de un mayor nivel de vida. Por ello es inaudito ver cómo hoy en día, en algunos países de Latinoamérica, se ha prohibido la minería y algunas otras actividades productivas, a pesar de que pueden llevarse a cabo sin dañar a terceros y sin contaminar el medio ambiente. En varios países de Latinoamérica se ha prohibido esta actividad total o parcialmente, creando inseguridad en los inversionistas. Oportunidades perdidas para mejorar el nivel de vida de cada país. Lo mismo ocurre con el exceso de regulaciones que implican permisos, licencias y burocracia a la hora de emprender un nuevo negocio.
Un tercer punto son las modificaciones en cada período presidencial. Cada cuatro o cinco años hay elecciones presidenciales, donde los que llegan cambian a ministros y funcionarios, no por su capacidad y meritocracia, sino por su amistad y para pagar favores durante la campaña. Los cambios de rumbo en cada gobierno causan inestabilidad en la toma de decisiones y son señales negativas para los inversionistas, que buscan condiciones estables de largo plazo.
A los puntos anteriores y posiblemente derivado de toda esa inestabilidad jurídica y cambios en las reglas del juego, exceso de regulaciones, etc, le podemos añadir el alto costo de capital y de las transacciones. Las inversiones que se van donde esos costos son menores. Sigamos con otros problemas, como las altas inflaciones que distorsionan las señales del mercado y destruyen el valor adquisitivo de la moneda, evitando que las pequeñas empresas logren sobrevivir. Solo los más expertos lo harán, pero el gobierno seguirá deteriorando la moneda y destruyendo el ahorro de sus ciudadanos.
¿Qué decir del control de capitales? Nadie quiere invertir donde se le impide sacar su capital cuando quiera. Y no hablemos del mercantilismo, donde existe contubernio entre pseudoempresarios y funcionarios del gobierno que les otorgan privilegios a costa del bienestar de la población. Recordemos que el capital fluye como el agua, busca su nivel allá donde hay más rentabilidad y menos riesgo.