Publicado: Guatemala, 28 de enero del 2025
¿Es posible redefinir el «sueño guatemalteco»? Carroll Ríos de Rodríguez explica la necesidad de desregulación y protección efectiva de la propiedad privada para que los guatemaltecos puedan progresar en su país.
El presidente Trump se ha hecho a la idea de que los latinoamericanos que cruzaron la frontera de Estados Unidos ilegalmente han irrespetado además otras leyes del país anfitrión, y por tanto merecen la etiqueta de criminal. Aunque no conozcamos a los 265 guatemaltecos que fueron repatriados en un vuelo chárter y en dos inmensos aviones de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, ni a los compatriotas que seguirán retornando en los días venideros, tenemos la impresión de que la mayoría no son endurecidos delincuentes.
El migrante compara detenidamente sus prospectos de salir adelante allá y acá. Calcula que vale la pena enfrentar los peligros que supone lanzarse a la aventura, pues si logra cumplir sus metas, dará un brinco en su bienestar general. Según las estadísticas de la Oficina de Seguridad Nacional de Estados Unidos, suman más de 750 mil guatemaltecos viviendo allá sin documentos, pero me atrevería a apostar que son más.
La imagen que tenemos del migrante es de una persona valiente y sacrificada. Es un trabajador dedicado y dispuesto a aprender. Presta sus servicios a empresas constructoras, agrícolas e industriales por menos del salario mínimo y logra ascender por su honradez y eficiencia. Es frugal y ahorra para poder mandar la mayor parte de sus ingresos a Guatemala. Mantiene sus tradiciones, pero también se adapta a las costumbres de la comunidad donde reside. Lo sostiene el amor por Guatemala y sus seres queridos; afronta estoicamente la separación temporal, así como la constante amenaza a ser despedido o capturado por las autoridades. Nos deleitan las historias de éxito de nuestros compatriotas emprendedores, que en poco tiempo pasan de ser lavadores de platos, albañiles o cosechadores de tomate, a ser gerentes y dueños de negocios innovadores.
El cierre de las fronteras de México y Estados Unidos no tiene que significar que ya nadie podrá trazarse ambiciosas metas. Significa que ahora más que nunca tenemos que crear las condiciones propicias para la prosperidad aquí en Guatemala. Es tiempo de cultivar un entorno en el cual muchos puedan alcanzar el “sueño chapín”. ¿Y qué significa eso? Significa que cualquier persona debe tener la posibilidad de salir adelante con base en sus talentos y esfuerzo, sin importar qué tan humilde sea su cuna. En un clima de libertad, cualquiera debe poder poner los medios para alcanzar sus fines propuestos, sin tener que enfrentar trabas engorrosas. De esta forma, eventualmente muchos accederán a la seguridad financiera, una carrera estable e ingresos suficientes para proveer por su familia.
Según esta visión, el gobierno no está obligado a redistribuir la riqueza ni a proveer bienes materiales. Está llamado a hacer valer el Estado de derecho y a proteger la vida, la libertad y la propiedad de los ciudadanos. Debe poner los medios para que las violentas maras y los extorsionistas no arrebaten los sueños de las personas productivas. Debe flexibilizar las leyes laborales para que podamos gestionar las condiciones de nuestro empleo en libertad. Debe desregular, y desvanecer los enredados trámites que impiden a las personas emprender y comerciar unas con otras. Debe atraer la inversión extranjera a fin de aumentar la oferta de empleos bien remunerados. Debe alentar el comercio internacional para mejorar la competitividad de nuestras exportaciones. Debe velar por el buen estado de las carreteras y facilitar la inversión en puertos y aeropuertos.