Publicado: Guatemala, junio de 1970
¿Existen realmente los intelectuales del socialismo? Manuel F. Ayau analiza la incapacidad de las economías socialistas para generar un sistema de precios coherente. Ayau explica cómo el socialismo se basa en falacias sobre el sistema económico-social.
Estratégicamente, la más poderosa y demoledora arma en contra del socialismo es el argumento que demostró que técnicamente no es factible como sistema de organización social.
¿Por qué hay tanta gente que desconoce esta realidad?
¿Por qué existen los llamados «intelectuales de izquierda»? ¿No merecen ellos ser ridiculizados por estar a favor de algo que nadie aún ha propuesto?
¿Por qué Estados Unidos no ha utilizado este argumento en la guerra fría?
¿Por qué los socialistas no han sido denunciados como tontos e ignorantes?
Es incomprensible y sorprende observar todo lo que ha perdido el mundo y todas las personas que han muerto, debido a la existencia de tan gran mito, increíblemente, en el siglo XX cuando simultáneamente tantos profesan estar preocupados por el bienestar de la humanidad.
¿Por qué los textos sobre economía comparada identifican total y completamente el socialismo con ese sistema sui generis que usan en Rusia? ¡Ellos admiten ser parásitos en el sentido de que prestan los ya distorsionados precios del Oeste para subsistir!
Cualquier sistema civilizado de organización social basado en la división de trabajo y el intercambio indirecto necesita un método para valorizar tal como la estructura de precios del mercado y poder así determinar prioridades, asignar utilización de recursos y distribuir el producto social.
En la Economía de Mercado, en la cual por definición existe mercado para los recursos y los medios de producción, surge una estructura de precios. Esta estructura de precios (en forma imperfecta pero con tendencia a un inalcanzable equilibrio) refleja la escasez relativa entre los recursos, en términos del valor derivado de su capacidad de satisfacer necesidades. Los miembros de una sociedad pueden así racionalmente economizar y utilizar eficientemente su tiempo, trabajo, capital y recursos naturales hacia la satisfacción de sus necesidades más urgentes. Los elementos de cómo funciona una economía de mercado han sido descubiertos y la descripción teórica de tal fenómeno es lo que constituye la TEORÍA DE LA ECONOMÍA DE MERCADO.
¿Pero qué del socialismo? Ha alguien alguna vez inventado (en este caso, «inventado» vrs. «explicado» o «descubierto» como lo es el caso en la Economía del Mercado) cómo se asignará la utilización de los recursos limitados en tal manera que pueda subsistir la sociedad civilizada? ¿Existe acaso una TEORÍA DE LA ECONOMÍA SOCIALISTA?
Por ejemplo: ¿cómo determinarían los socialistas el precio de una máquina?
Si el criterio se basa en la cantidad de trabajo que involucra, mientras más complicada y más trabajo consuma la máquina, mayor será su valor, independientemente de su utilidad para la sociedad.
¿Será posible establecer su precio sumando los recursos que se necesita emplear y consumir para fabricar la máquina? Pero estos recursos, como no son propiedad privada bajo socialismo, no se intercambian en el mercado y, por lo tanto, no tienen precio. Además, para extraer los recursos primarios económicamente, hubo de utilizarse y consumirse maquinaria, ¡y su precio en parte determina el costo de los recursos primarios mismos!
¿Cómo se podrán evaluar bajo el socialismo los grados de obsolescencia?
¿Cómo podrá valorizarse un descubrimiento?
¿Cómo se efectuarían los ajustes diarios debidos a cambios en calidad o grados de pureza?
¿Cómo valorizar la diferencia de calidad del trabajo de dos obreros de una misma ocupación?
Los intelectuales de la izquierda merecen, ya sea lástima, o burla, y no la atención y notoriedad que están recibiendo en la prensa mundial. ¿Cómo será posible ser intelectual y al mismo tiempo estar a favor de algo que no existe, algo que ni aún teóricamente ha sido sugerido?
El socialismo tiene como fundamento exclusivo un fundamento ético emotivo, no racional.
Es, por tanto, una seudoreligión . Pero también se basa en una falacia que se deriva, simple y llanamente, de la ignorancia del fenómeno económico-social que se llama civilización.
Porque no puede ser correctamente ético un sistema que, por no ser factible, el efecto de intentar implantarlo sería la destrucción de la civilización: Fiat justitia pereat mundus?