El mito del desarme y su realidad

Luis Figueroa / Profesor universitario / roark61@gmail.com

Publicado: Guatemala, 20 de septiembre del 2024

¿A quién beneficia una población desarmada? Luis Figueroa analiza los verdaderos efectos de las campañas de desarme de la población. Figueroa explica cómo estas iniciativas únicamente afectan a las personas decentes que buscan protegerse.

Un plan de despistolización y un control de armas más efectivo fueron anunciados por el ministro de Gobernación, luego de que el lunes pasado un estudiante de 15 años fuera atacado a balazos mientras recibía clases en el gimnasio municipal de Colomba, Costa Cuca.

La imagen del chico con una herida de bala y su cuerpo ensangrentado circuló profusamente en redes sociales y la verdad es que impresiona mucho, del mismo modo en que conmueven las expresiones de asombro de los estudiantes que rodean el cadáver.

En medio de una larga retahíla de actos delictivos similares, aquella foto es el elemento perfecto y necesario para lanzar una campaña populista de despistolización porque, ¿quién, que tenga corazón, no se indigna por el asesinato crudo de un muchacho en la escuela?

La cuestión, sin embargo, es: ¿a quién sirve el desarme de la población? Porque… no te creas que la despistolización afecta principalmente a los delincuentes. Los desarmes afectan principalmente a las personas decentes que tienen armas para defenderse de los delincuentes o para recreación. Además, ya sabes, “los delincuentes prefieren víctimas desarmadas”. Tal vez te sorprenda que los delincuentes ni respetan ni atienden las leyes y las campañas. ¡Menos los delincuentes organizados!

Espero que no te tome por sorpresa, pero regímenes como el de Venezuela, Cuba, la China comunista, Corea del Norte y la Unión Soviética tienen y tuvieron prohibiciones severas contra la tenencia y portación de armas por parte de los ciudadanos. Los tiranos también prefieren víctimas desarmadas. En contraste, pensadores como John Locke y Thomas Jefferson se manifestaron a favor de las armas en manos de los mandantes. En el Reino Unido, donde están prohibidas las armas de fuego (ni los “bobbies” las llevan), los asesinatos son cometidos con armas blancas. ¿Qué diría mi abuela, Frances? “Where there’s a will, there’s a way”.

No hay relación directamente proporcional entre la tenencia de armas y la tasa de asesinatos. ¿Has visto el meme que compara Honduras con Suiza? Con números de habitantes similares, en el primero los ciudadanos tienen prohibido tener armas y en el segundo es requerido que los ciudadanos estén armados. Honduras tiene una de las tasas más altas de homicidios en el mundo, mientras que Suiza tiene una de las más bajas.

“Poray” circula otra idea que es útil para meditar sobre este tema: Decir que no necesitas un arma para defenderte (de los delincuentes o de los tiranos) porque está la policía para cuidarte, es como decir que no necesitas un extintor de incendios porque están los bomberos para apagarlos.

Acciones populistas como las campañas de despistolización y la legislación que prohíbe las armas en manos de la gente decente existen no solo para “endulzar” a grupos de interés y clientelas políticas, sino para controlar a la población en caso de que quienes ejercen el poder tengan necesidad de imponerse descaradamente.

Un estudio publicado por el “Cato Journal”, escrito por John C. Moorhouse y Brent Wanner, confirmó hace rato que, aunque el control de armas parece ser políticamente atractivo porque “lidia directamente con el problema”, lo cierto es que es un instrumento burdo contra la delincuencia y sugiere que, tal vez, sería mejor concentrarse en averiguar por qué es que no se respetan las leyes existentes.