De la despistolización a la «despistización» del pueblo

Franco Farías / Young Fellow del Centro de estudios Económico-Sociales CEES / ffarias@cees.org.gt

Publicado: Guatemala, 7 de octubre del 2024

¿Por qué temen los gobiernos a un pueblo armado? Franco Farías analiza el control de las armas y sus implicaciones para la libertad. Farías explica cómo el desarme ciudadano no es más que una estrategia para consolidar el poder.

Una de las cosas que más aborrecía Maquiavelo, quien escribió sobre como gobernar y no perder el poder, eran los ejércitos de mercenarios, pues estos no respondían al poder del príncipe, sino al del dinero. Luego un príncipe, que se respeta, debe tener un ejército a su servicio, incluso cuando esto implique un gasto que parezca fuera de lugar a los vasallos.

Probablemente, Maquiavelo recomendaría usar al ejército al regresar de una guerra para aterrorizar a los vasallos y obligarlos a pagar los tributos suficientes para mantener este ejército. Maquiavelo, que era todo menos poco ágil, prevería posibles reuniones de los vasallos, es por ello que recomienda tener especial cuidado con armar al pueblo, puede ser útil cuando hay guerra y el enemigo es un tercero, pero es peligroso cuando no hay enemigo, pues el pueblo podría rebelarse y el poder se descentraliza.

Es conocida la segunda enmienda de la constitución estadounidense que dice «Siendo necesaria una milicia bien organizada para la seguridad de un Estado libre, no se podrá infringir el derecho del pueblo a poseer y portar armas».

Esta, la segunda enmienda, es una manera libertaria de entender las preocupaciones de Maquiavelo; por otro lado, la «despistolización» ― el control y la regulación de la tenencia y porte armas― es la reacción autoritaria a lo expuesto por Maquiavelo.

Los emperadores romanos Calígula y Domiciano, ambos tiranos en toda regla, fueron depuestos por las armas bajo el lema de «Sic semper tyrannis», «Así siempre a los tiranos», en español.

Esencialmente, hay dos motivos por los que los gobernantes teman a un pueblo armado: pimera opción; temen que los inadaptados de la sociedad usen las armas para cometer crímenes violentos e injustificados. Segunda opción, temen que el pueblo se les oponga por las armas. Si dividimos entre estos dos motivos, vemos que un alzamiento popular no sería hecho por «inadaptados sociales», sino que habría otro motivo que justificaría este alzamiento más allá de la locura de unos pocos marginales. ¿Qué tan terrible tendría que hacer un gobernante para que el pueblo quisiera deponerlo de esa forma? ¿por qué querrían hacer «eso» tan terrible?

Vamos primero, con la primera objeción al pueblo armado, la de los inadaptados: partimos de lo evidente, por un principio estadístico. Siempre habrá personas belicosas, que disfruten la violencia o tengan patologías mentales como el trastorno de personalidad antisocial (psicopatía, sociopatía), esto es una realidad, prohibir las armas no elimina a estas personas, tampoco entorpece sus planes. Por el contrario, centralizar las armas en solo una institución, digamos, el ejército, hace que esas personas tengan predilección por alistarse en él. Esto deja a los no-antisociales a merced de estas personas si el poder político (otra de las profesiones predilectas de los psicópatas) ordena cargar contra la propia nación, como ha pasado en innumerables ocasiones en la historia. Vemos entonces que limitar el acceso a las armas no solo no nos mantiene más a salvo de los antisociales, sino que nos acerca más a sus garras. Es más, por la propia aversión al riesgo, si se sabe que una sociedad está armada, los crímenes violentos bajan, no es lo mismo asaltar a un pobre y débil anciano, que asaltar a un pobre y débil anciano que podría cargar una nueve milímetros, muchas veces, solo la potencialidad de porte de armas es suficiente para disuadir a los criminales.

Además, si las armas son un bien regulado, y siguen teniendo demanda, estas se comercializarán en mercados negros, donde será imposible que cualquier entidad respetable (pública o privada) puede llevar un buen catastro de las compras y ventas, esto es lo que ocurre hoy con todos los maleantes que poseen armas, seria ilusorio pensar que ellos las compran en los comercios establecidos.

Veamos entonces la segunda razón, y de ahí el título del artículo: De la despistolización a la despistización del pueblo, pues sin duda, es más conveniente acosar al más desposeído, esto se ve en pequeña escala con los bullís en los colegios, quienes, por lo general, no molestan al más alto, fornido o atlético de la escuela, sino al más débil, enclenque y tímido. El mismo principio rige a los gobiernos, no es casualidad que en los países tiránicos las armas estén prohibidas y los países más libres tienen, en regla general, mayor facilidad para la tenencia y porte de armas.

La violencia nunca es una buena primera opción, pero eso no hace que siempre no sea una opción, quien por la espada vive, por la espada muere, este refrán lleva milenios acompañando a la humanidad y aun es vigente. Si un gobierno, o cualquier facción social, quiere imponerse coercitivamente sobre el resto de la sociedad, si un grupo de personas, sean quienes sean, quiere someter al resto, ya sea en esclavitud o servidumbre ¿qué los legitima a hacer tal cosa? No hay argumento racional que indique por que un hombre debe someter a otro sin que este hombre se le oponga, no hay motivo por el cual un ser humano deba ceder su libertad a otro sin motivo alguno.

Permitir al pueblo tener y portar armas es reconocer su dignidad pues, se sabe que, en última instancia, si alguien quisiera ultrajar la dignidad de otro, ese otro podrá defenderse, y esa defensa será legitima, será legitima independientemente de quien sea el victimario, pues conocer la identidad del criminal mantiene inalterada la naturaleza de su acción.

Indudablemente, un pueblo «despistolizado», es, potencialmente, un pueblo «despistizado», pues cual es el freno al abuso fiscal, cual es el freno al abuso en general, ninguno. Llama entonces profundamente la atención, por qué hay políticos que promueven estas leyes, que nos acercan más a la tiranía.