De crisis en crisis

Jorge Jacobs / Empresario y periodista / Cees@cees.org.gt

Publicado: Guatemala, 28 de marzo del 2025

¿Arrepentidos o acorralados? Jorge Jacobs analiza la reciente marcha atrás de los diputados en su escandaloso aumento salarial.

En mi artículo de la semana pasada fallé en mi percepción sobre que ya nadie se recordaba del aumento de los diputados, porque, por lo visto, algunos todavía lo hacían, a pesar de la crisis de los bloqueos de la semana pasada. Especialmente los mismos diputados que, de seguro, temían que en algún momento a alguien se le ocurriera lincharlos, porque, sorpresivamente, esta semana la Junta Directiva del Congreso decidió dar marcha atrás al incremento.

Dijeron que lo hacían por el pueblo, por sus votantes, y que, además, nunca estuvieron de acuerdo con el aumento, pero su lenguaje corporal los traicionaba. Se notaba que lo estaban haciendo con todo el dolor de su billetera, aunque trataban de disimularlo con sonrisas nada naturales.

Los diputados seguramente creyeron que se podrían salir con la suya. Fieles a la máxima de que “la vergüenza pasa, pero el dinero se queda en casa”, creyeron que podrían soportar la indignación de un pueblo que, según ellos, tiene horchata en las venas. Pero, se les olvidó otro de los refranes populares, que reza que “tanto va el cántaro al agua, que al final se quiebra”.

Los constantes desatinos, la indolencia ante una infraestructura que se cae por todos lados, las decisiones erradas que han acabado con miles de empleos, y el total desprecio por las consecuencias que sus decisiones tienen sobre la ciudadanía, han ido calando en la población. Lo que vimos la semana pasada es apenas una muestra de ello. Si bien se puede argumentar que algunos de los bloqueos fueron manipulados —lo cual no me extraña— lo cierto es que muchas personas estaban dispuestas a manifestar su desencanto con los actuales gobernantes.

Y todo eso ha ido pesando —pienso— sobre los diputados, que en mal momento decidieron duplicarse los ingresos. Pero todavía no hay que cantar victoria porque, aunque la JD diga que dan marcha atrás, se necesita que la mayoría de los diputados aprueben un decreto la próxima semana y que se publique en el diario oficial, para que el aumento se cancele completamente.

Ahora, nadie es el padre de la criatura. Varias bancadas han presentado proyectos para la anulación del incremento. Y hasta el mismo presidente del Congreso tildó a algunos de “hipócritas oportunistas”. Los mismos diputados oficialistas argumentaron que votaron en contra del aumento, pero por aquello de que no se les creyera su oposición, dijeron que “llegó el momento de retomar el rumbo”, con lo que tácitamente reconocieron que sus acciones no han sido lo que esperaban sus votantes.

¿Les puede uno a estas alturas creer algo a los diputados? ¿Se trata de un genuino arrepentimiento o simplemente de una maniobra para recuperar la imagen de un Congreso cada vez más desconectado de la realidad? Creo que las preguntas son retóricas. Si no les importó tomar esa decisión a sabiendas que podrían incrementar el desprecio de la población, menos les importaría “arrepentirse”. Simplemente están viendo cómo sacan el mejor provecho del hoyo en el que ellos mismos se metieron.

El problema es que ya llevaron a la población hasta un punto en el que cualquier fósforo puede encender la mecha. Alguien me decía que el próximo tema que llevaría a la gente a protestar sería el del etanol. Lamentablemente, creo que no habrá que esperar tanto. En un par de semanas entran en vigor cambios fiscales que la gente ya está percibiendo como lo que realmente son, un intento de los gobernantes por controlarlo todo, incluso a los que viven en la informalidad. Y si no se percatan de lo que están haciendo y se detienen a tiempo, tanto el ejecutivo como el legislativo —ambos tienen culpa en este enredo— serán responsables de la próxima gran crisis de esta administración. ¿Tan difícil es entenderlo?