La solución a la crisis de los aranceles recíprocos

Jorge Jacobs / Empresario y periodista / Cees@cees.org.gt

Publicado: Guatemala, 7 de marzo del 2025

¿El proteccionismo fortalece o empobrece? Jorge Jacobs analiza la nueva política comercial de Donald Trump. Jacobs explica cómo en lugar de responder con más barreras, debemos eliminar las propias.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decretó que, a partir del 2 de abril, su gobierno aplicará “aranceles recíprocos” a todos los países del mundo. El anuncio ha causado revuelo porque en todas partes hay “pecadillos” mercantilistas —incluidos los Estados Unidos—. ¿Es el fin del comercio como lo conocemos?

Si algo ha dejado claro Trump es que no se anda por las ramas y que, no solo le gusta jugar “hardball”, sino que está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias con sus amenazas. Lo demostró con Zelenski, con la Usaid, con Petro, con México y Canadá, con China, y con los países centroamericanos.

Pocas dudas quedan de que, nos guste o no, el 2 de abril entrarán en vigor sus “aranceles recíprocos”. El argumento de Trump es que en la mayoría de los países les ponen aranceles más altos a los productos estadounidenses de los que Estados Unidos pone a ese mismo producto producido en otros países.

Lo que probablemente ninguno de sus asesores se atrevió a decirle es que esa es una de las razones por las que Estados Unidos prosperó más que el resto del mundo en las últimas décadas. Sus habitantes se beneficiaron de la ley de ventajas comparativas y compraron los mejores productos de todo el mundo, a los mejores precios. Los demás países, por el contrario, creyéndose inteligentes, pusieron aranceles y barreras no arancelarias, condenando a sus habitantes a pagar más que los estadounidenses por peores productos. El resto de la historia se cuenta sola. Estados Unidos es el país más rico del mundo y en casi todos los demás países hay pobres fantaseando con el “sueño americano”. Muchos están dispuestos a jugarse la vida, literalmente, por llegar al país de la prosperidad.

Ahora, Trump quiere igualar las condiciones y no hay quien lo saque del error. En la mayoría de los países ya empezaron a ondear sus banderas nacionalistas, preparándose para el “contraataque”, es decir, para ellos subir más los aranceles. Pero ese es un error todavía más grave que el de los norteamericanos. Llevará a más gente a la pobreza y, muy probablemente, a nuevas guerras en un mundo cada vez más convulsionado.

La solución para Guatemala en este dilema es sencilla. Al contrario de lo que la mayoría piensa, lo que hay que hacer es eliminar los aranceles, no subirlos. De esa manera, si Trump es consistente, tendría que eliminar los aranceles que todavía quedan en su país a los productos guatemaltecos.
Pero algunos se quejan de que Trump no se refiere solo a los aranceles, sino a todas las barreras no arancelarias e incluso al impuesto al valor agregado (IVA) que pagan las importaciones. Pues eso tampoco es problema. Hay que correr para eliminar todas las barreras no arancelarias y, además, el IVA a las importaciones.

Antes de que a alguien en la SAT o en el gobierno les dé el soponcio, déjeme explicarle que el IVA a las importaciones no es más que una fumada que alguien se inventó, no para cobrar más IVA, sino para mejorar el flujo de caja del gobierno y, de paso, controlar un poco mejor el flujo de las mercancías. Pero el IVA de importaciones no es más que un IVA cobrado por anticipado. Por eso es que los importadores, cuando le venden un producto al siguiente de la cola, del IVA que recibe, se queda con lo que ya había pagado antes, y lo que sobra, se lo pasa a la SAT. Así que, si se quita el IVA de importaciones no pasa nada. El Gobierno va a seguir recibiendo todo el IVA, solo cambia el momento en que lo va a recibir. Un par de meses le podría afectar el flujo de efectivo, pero luego todo se nivela.

¿Será que los gobernantes actuales entenderán esto o se creerán que se pueden poner de tú a tú con Trump?