Basura reciclada y farsa reciclada

Luis Figueroa / Profesor universitario / roark61@gmail.com

Publicado: Guatemala, 10 de febrero del 2025

¿Es la separación de residuos solución o problema? Luis Figueroa analiza la legislación de gestión integral de residuos sólidos en Guatemala.

Tres recipientes para los desechos vas a tener en tu casa a partir del martes próximo, para cumplir con la legislación de gestión integral de residuos y desechos sólidos comunes. En uno vas a poner la basura orgánica, en otro los desechos reciclables y en otro los no reciclables. Originalmente, la legislación estipulaba siete recipientes para siete categorías; pero, finalmente, quedó en tres.

¡Me muero de ganas por ver cómo va a funcionar esto en lugares donde se suele tirar la basura al río o al barranco!

Sospecho que lo que va a pasar en casas, edificios, colonias y condominios es que uno va a poner las cáscaras de banano, los vasos plásticos y el duropor en tres recipientes distintos, para luego poner aquella basura en tres bolsas distintas que van a parar al mismo camioncito.

Pasará con la basura lo mismo que ocurre con el agua. El agua es procesada en los edificios, por ejemplo, y luego va a parar al mismo caudal que lleva el agua contaminada que viene de poco más arriba.

Para que sepas, la separación de lo reciclable y valioso de lo no reciclable y sin valor alguno ya la hacen los muchachos en los camiones; y también la hacen los guajeros en los barrancos mal llamados rellenos sanitarios. ¿Por qué? Porque nada que tiene valor se desperdicia si hay mercado.

Si antes usabas una bolsa de basura para poner los desechos que luego son clasificados en el camión o en el “relleno”, ahora usarás tres bolsas. ¿Viste? ¿Te fijaste? Se multiplicará por tres el uso de bolsas plásticas. No solo habrá más bolsas entre la basura, sino que tu gasto por ese rubro se va a elevar.

Este es el momento para preguntar: esa gente que no paga por bolsas y tira su basura donde sea, ¿cómo va a ser monitoreada para que ahora compre bolsas? ¿La gente que no paga la recolección de basura? ¿Cómo van a monitorear que lo pague? Si hay multas por no clasificar la basura en la casa y en la oficina, ¿se van a multiplicar las bolsas de basura dejadas en predios, calles o barrancos? Va a estar chistoso el reciclaje en las ferias a lo largo y ancho del país.

Con la nueva legislación, ¿cómo se van a modificar los tratos entre los que recogen la basura en las casas y oficinas y los guajeros, ahora que a estos últimos les llegará la basura medianamente clasificada? ¿Cómo se va a modificar el “bisne” que tienen algunas municipalidades con la venta de licencias?

En su programa, Penn y Teller, “Bullshit!”, aquellos comediantes pusieron en evidencia lo absurdo de la mentalidad recicladora, no en un pueblecito perdido de Guatemala, sino en una gran ciudad gringa. Mediante una prueba para la televisión, pusieron a personas a clasificar basura en nueve recipientes con nueve criterios; y, ¿sabes qué pasó? Los participantes se pegaron unas confundidas monumentales. Es muy chistoso cómo la gente se presta al disparate sin cuestionar el valor de este. Si le dices a la gente que así se hace en Japón, la gente no duda en hacerlo, aunque sea ilógico.

El periodista John Stossel, en uno de sus programas célebres, dice que el reciclaje hace que las personas se sientan bien y que se eleven moralmente sobre los demás; y que es una forma de religión. Empero, Holly Fretwell, experta del Property and Environment Research Center, explica que no todo reciclaje es bueno y que muchas formas de reciclaje tienen costos tan elevados (en términos financieros y en términos de uso de otros recursos, como energía) que superan los supuestos beneficios.

Stossel y Fretwell coinciden con Penn y Teller en que muchas formas de reciclaje son engaños. Si esto ocurre en un país industrializado, con gente mayoritariamente educada y con autoridades relativamente responsables, ¿qué ocurrirá en otras latitudes?

Este es el problema de las soluciones diseñadas en escritorios y vendidas como panaceas: se imponen sin medir sus consecuencias reales, sin entender las dinámicas del mercado, ni la cultura de la gente. Al final, la basura seguirá en el mismo lugar, pero ahora habrá más bolsas, más costos y más burocracia. ¿Y el ambiente? Bien, gracias.