Jimmy Carter y Centroamérica

Carroll Ríos de Rodríguez / Catedrática y directora del CEES / crios@cees.org.gt

Publicado: Guatemala, 14 de enero del 2025

¿Cómo afectaron las decisiones de Carter a Centroamérica? Carroll Ríos de Rodríguez analiza las repercusiones de las decisiones tomadas durante la presidencia de Jimmy Carter.

En el funeral del expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter, celebrado el 9 de enero, Steven Ford leyó un elogio que redactó su padre Gerald, también expresidente. La amistad entre Ford y Carter surgió años después de que Carter ganara la elección de 1976. Ford afirmó que “el legado de paz y compasión de Jimmy Carter permanecerá tan singular como es eterno”.

Este halago es uno de muchos emitidos tras la muerte de Carter el 29 de diciembre del 2024. Incluso políticos republicanos revaloran el desempeño económico del presidente Carter, pues lo consideran superior al de sus sucesores. Carter fue un hombre honesto e idealista, pero para los guatemaltecos, encarna el refrán “de buenas intenciones está empedrado el infierno”.

Carter enfrentó situaciones geopolíticas complejas. Gestionó el acuerdo de Camp David entre Egipto e Israel, y estableció relaciones con la República Popular China, cuyo líder Deng Xioping promovía unas reformas económicas. Su administración dio un mal paso al fracasar en la liberación de 52 estadounidenses que fueron tomados rehenes por revolucionarios islámicos iraníes; Ronald Reagan los rescató tras asumir la presidencia.

Jimmy Carter quería promover la libertad y acabar con el intervencionismo estadounidense en países vecinos. Justificó sus decisiones para suspender la ayuda militar y económica a distintos gobiernos sobre la base de un parámetro de los derechos humanos, sin importar que el gobierno en cuestión hubiese sido enemigo o amigo de Estados Unidos. Denunció violaciones a los derechos humanos en la Unión Soviética, Corea del Sur, Chile, Uganda, Nicaragua y Guatemala, entre otros.

A juicio de Carter, el presidente de Nicaragua, Anastasio Somoza, era uno de los peores infractores de sus idealistas expectativas, y se distanció del antes aliado de Estados Unidos. Suspendió la ayuda a la Guardia Nacional. En julio de 1979, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tomó el poder. Carter buscó moderar las tendencias marxistas-leninistas de los sandinistas y les pidió infructuosamente que respetaran la democracia y los derechos humanos. Cuando la situación se le fue de las manos, solicitó al Congreso US$80 millones en cooperación para Centroamérica, especialmente Nicaragua. No obstante, fue mayor la influencia de Cuba y de la Unión Soviética, y el régimen sandinista se radicalizó y exportó la revolución a los países vecinos.

En tanto, en 1977, Carter había persuadido al Congreso para que retirara la ayuda militar a Guatemala, aduciendo que el presidente Laugerud García actuaba represivamente en el área rural en su lucha contra la guerrilla. El ejército de Guatemala tuvo que enfrentar la amenaza comunista sin ayuda estadounidense, con el apoyo de Israel y Taiwán. ¿Podría haber sido menos largo, o menos cruento, el conflicto armado, si Estados Unidos hubiera adoptado una política claramente anticomunista?

Las buenas intenciones de Carter nos hicieron daño. Con sabiduría, Jean J. Kirkpatrick escribió en 1979 su famosa respuesta a la postura de Carter, y abogó por una política exterior realista que supiera diferenciar a los autócratas aliados de los Estados Unidos de los regímenes ideológicamente hostiles. Carter no previó que la izquierda radical se apropiaría de su discurso de los derechos humanos y la democracia, para seguir ganando adeptos hasta el día de hoy gracias a dicha retórica. En la práctica, como bien demuestran los actos de los gobiernos de Corea del Norte, Cuba y Venezuela, los gobiernos comunistas manifiestan un talante represivo y antidemocrático, y un absoluto desprecio por los más básicos derechos individuales.