Israel en lucha existencial

Fritz Thomas / Doctor en Economía y profesor universitario / Cees@cees.org.gt

Publicado: Guatemala, 3 de octubre del 2024

¿Es vital conocer la historia para entender los conflictos actuales? Fritz Thomas analiza las razones por las que Israel tiene tanto el derecho como el deber de defenderse.

El 7 de octubre se cumplirá un año del salvaje ataque terrorista perpetrado por Hamás desde la Franja de Gaza  a poblaciones en el sur de Israel. Mataron indiscriminadamente a 1,200 personas, en su mayoría civiles, realizando ejecuciones sumarias y asesinando a familias enteras. Tomaron más de 250 rehenes, incluyendo mujeres, niños, bebés y ancianos, que se llevaron a Gaza como piezas para entablar futuras “negociaciones”. El brutal ataque desató un nuevo episodio de guerra entre el estado de Israel y varios movimientos islamistas en el Medio Oriente.

El credo principal de estas milicias islamistas es la destrucción de Israel, nación que pintan como la raíz y causa de todas sus dolencias. Es la postura clásica del fanatismo dictatorial incapaz de proveer bienestar, progreso y libertad a sus gobernados; culpar al “otro”, al enemigo, para legitimar su poder.

Para entender el conflicto entre Israel y varios grupos islámicos en el Medio Oriente es necesario conocer historia y geografía. Algunas corrientes ideológicas y políticas modernas, con su respectivo revisionismo histórico, buscan describir a Israel como el producto de una especie de colonialismo del siglo XX. Vasta literatura histórica, así como la Biblia, sitúa a las tribus judías asentadas en esas tierras desde hace más de tres milenios. Los reinos de Judea e Israel fueron conquistados, sometidos y desterrados en varios períodos.

El reino de Israel fue conquistado por el imperio de Asiria en 720 a. C. y Judea cayó ante Babilonia en 586 a. C.; estos cautiverios representan el inicio de la diáspora judía. El general Pompeyo libró guerra contra los judíos, los ejércitos romanos finalmente destruyeron Jerusalén y el templo en el año 70 d. C., para luego expulsar a mucha de la población judía. Jesús el Nazareno provenía de una familia judía; fue crucificado por los romanos hace dos milenios. Los ejércitos árabes del Califato Islámico conquistaron Jerusalén y el Levante en 636-637 d. C. El Imperio Otomano musulmán dominó el Medio Oriente durante siglos, hasta su colapso tras la Primera Guerra Mundial, cuando se crearon los países que hoy se conocen como Siria, Líbano, Irak, Arabia Saudí, Kuwait y Yemen.

La teoría de los judíos como colonizadores foráneos de lo que hoy es Israel es históricamente incorrecta. Ver un mapa es apreciar que Israel es apenas un diminuto punto en la masa del Medio Oriente; es difícil argumentar que representa una “amenaza” para el área. Por el contrario, Israel se ve rodeada, sitiada y constantemente hostigada por diferentes milicias armadas en el Líbano, Siria, Irak, Gaza y Yemen; todos armados, financiados y dirigidos por su patrocinador, Irán.

La organización terrorista Hezbolá, que cuenta con más de cien mil efectivos armados y 150 mil misiles apuntados hacia Israel, es un estado dentro de un estado; tiene de rehén al país del Líbano. Cerca de 70 mil habitantes del norte de Israel tuvieron que abandonar sus hogares por los constantes bombardeos. La razón de ser de Hezbolá es la destrucción de Israel y obediencia al líder supremo de Irán, país que le provee armas, entrenamiento y liderazgo. Los hutíes en Yemen, armados y dirigidos por Irán, se dedican a lanzar misiles a buques que transitan el Mar Rojo, obligando al cierre del Canal de Suez. El lunes pasado, Irán lanzó 181 misiles balísticos a Israel.

Ya basta. Israel libra una lucha existencial; tiene el derecho y deber de defenderse y destruir la capacidad bélica de sus enemigos que buscan su destrucción. Es necesario brindarle todo el apoyo moral, político y material que requiere. Nunca más.