Luces de desarrollo

Carroll Ríos de Rodríguez / Catedrática y directora del CEES / crios@cees.org.gt

Publicado: Guatemala, 3 de septiembre del 2024

¿Podemos salir de la pobreza con nuestras propias manos? Carroll Ríos de Rodríguez explora el modelo de Martín Burt, que empodera y dignifica a las personas. Ríos explica cómo esta metodología transforma vidas al permitir que las familias tomen control de su propio destino.

Sacar a Guatemala de la pobreza es, sin duda, un sueño común. El pasado 29 de agosto, Martín Burt, autor del libro ¿Quién es dueño de la pobreza? (2019), compartió una innovadora hoja de ruta en su conferencia dictada en la Universidad Francisco Marroquín (UFM).

¿Por qué somos pobres? Esta pregunta asaltó a dos emprendedores, Manuel Ayau y Martín Burt. El Dr. Ayau estudió a fondo la ciencia económica, y fundó el Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES) en 1958 y la UFM en 1971, para enseñar lo que aprendió sobre la creación de la riqueza. A su vez, Martín Burt, licenciado en administración pública y economía del desarrollo, estableció la Fundación Paraguaya, en 1985. La organización asiste a grupos familiares a mejorar su condición de vida mediante soluciones emprendedoras y sostenibles.

El modelo de Burt se llama Semáforo de Eliminación de Pobreza; en Guatemala se le bautizó Luces de Desarrollo. La novedad del enfoque consiste en que las propias familias generan un autodiagnóstico de su nivel de vida, con base en 50 indicadores multidimensionales. Por ejemplo, el mentor pregunta a la familia si su casa tiene baño, si logra ahorrar o si cuenta con acceso a agua limpia. Los colores del semáforo reflejan su situación actual: rojo indica pobreza extrema, el amarillo señala pobreza y el verde la no pobreza. El tablero tricolor resume los resultados y provee una radiografía rápida de cada hogar. Luego, cada núcleo familiar puede priorizar las áreas que quiere trabajar para convertir los puntos amarillos y rojos en puntos verdes.
La familia se adueña de su circunstancia con el tablero en mano, y pasa del diagnóstico a la acción. Burt contó la historia de una señora paraguaya que estaba resignada a vivir sin dientes. Sin embargo, una vez visualizó esta deficiencia, buscó servicios de dentistería de bajo costo y se arregló la dentadura. Al verse embellecida, la actitud de la señora cambió, y no le bastó con mejorar su salud y aspecto físico, sino que se planteó hacer mejoras a su vivienda.

Esta metodología produce dos efectos transformadores en la sociedad. Primero, dignifica a la persona. Ninguna familia posee un tablero completamente rojo: las personas identifican pronto sus aciertos y logros. Al plantearse metas incrementales, la familia se empodera y toma control de su destino. En cambio, otros programas tratan al sujeto como una víctima impotente e incapaz, o como un receptor pasivo de transferencias temporales.

Segundo, este sistema aprovecha el conocimiento, el talento y los recursos dispersos en la sociedad. El semáforo libera la energía atrapada entre los pobres y desencadena una gran diversidad de iniciativas comunitarias de autoayuda. Además, permite descubrir nuevas oportunidades de emprendimiento que aceleran el ritmo al cual crece la economía. En contraste, el planificador dispuesto a combatir la pobreza desde su despacho central se enfoca en el individuo anónimo divorciado de su contexto social. Lanza programas de “talla única” para atacar un factor específico a la vez, porque no es posible atender miles de necesidades diferentes de forma simultánea.

La poderosa metodología de Fundación Paraguaya pone de cabeza las recetas asistencialistas de las organizaciones internacionales. Funciona ya en 59 países, incluyendo Estados Unidos, el Reino Unido, Ucrania y Uganda. Las organizaciones amigas colaboran con la Fundación Paraguaya, para adaptar los 50 indicadores a la realidad de cada país. Entre más empresas y organizaciones utilicen Luces de Desarrollo en Guatemala, más avances veremos en el avance de la prosperidad.