¿Ecocidio?

Ramón Parellada / Empresario, Catedrático y Director del Centro de Estudios Económico-Sociales -CEES- / rpc@cees.org.gt

Publicado: Guatemala, 18 de julio del 2024

¿Por qué es importante la propiedad privada? Ramón Parellada, analiza la necesidad de proteger los derechos para garantizar el desarrollo económico. Parellada explica cómo sin protección a la propiedad privada se frena la creación de riqueza y el bienestar social.

Hace un mes y medio leí que algunos vecinos de la zona 10 de la ciudad se habían reunido para solicitar al alcalde su intervención a modo de que el propietario de un terreno que tiene un bello bosque no lo destruya y no lleve a cabo su proyecto de construcción de un par de edificios. Los vecinos incluso llegaron a llamarle “ecocidio” a lo que el propietario, con todo su derecho, pretende hacer. Digo que con todo su derecho porque es su propiedad y puede hacer lo que quiera con ella, siempre y cuando no viole derechos de terceros.

Los vecinos incluso llegaron a pedir al alcalde que declare ese bosque área protegida. Menos mal que no está entre sus facultades poderlo hacer. El único que puede y debe decidir sobre sus pertenencias es el dueño. La defensa de la propiedad privada ha sido fundamental en la creación de riqueza y el incremento del nivel de vida de toda la población de la humanidad. La propiedad privada es una de las más importantes instituciones de la civilización occidental. Gracias a ello, el capital crece y se acumula, generando un mayor bienestar a los habitantes donde se le protege con firmeza. Es el capital lo que permite a la gente mejorar su nivel de vida. Capital significa fábricas y herramientas que incrementan la productividad y que crean riqueza y oportunidades para mejorar el nivel de vida de todos. La acumulación de capital hace la diferencia entre los países ricos y pobres. Los primeros comenzaron antes y lograron una gran acumulación debido a la defensa irrestricta de la propiedad. Si no se diera esa defensa, nadie invertiría.

Los vecinos que se oponen al proyecto por evitar la destrucción del bosque en propiedad ajena no ven que donde ellos viven también había árboles antes. Se botaron para construir sus casas y edificios. Todo tiene un costo de oportunidad. Si se botan los árboles o no, no es decisión de los vecinos, sino del propietario. Se pueden sembrar en otros lugares. Podrían los vecinos comprar un terreno y hacer su propio bosque en vez de pedir que se declare área protegida la propiedad de otros. Esto de las áreas protegidas es un problema serio contra el derecho de propiedad porque restringe lo que el dueño puede hacer en ella y no hay compensación por ello. Si un terreno ya no se puede usar para un proyecto habitacional o construir algo en él con tal de mantener el bosque actual, el valor cae y esa pérdida la sufre el propietario inmediatamente. Esto ha pasado en muchos lugares del mundo, pero donde la propiedad está bien definida y protegida se ha logrado que se les compense, aunque tome años. Por esta razón, en Estados Unidos, algunos lugares que habían sido declarados áreas protegidas y no lo son, el sistema de justicia recibió demandas de los afectados y las diferentes municipalidades o gobiernos que declararon áreas protegidas se vieron obligados a compensar esas pérdidas en valor.

Las consultas populares sobre lo que pueda hacerse con la propiedad de otros, como es el caso de la minería y de las hidroeléctricas, no son vinculantes por esa misma razón. Sin embargo, se malinterpreta la ley y los burócratas de turno aplican el tortuguismo para no aprobar ciertos proyectos. Así tampoco se puede generar riqueza ni acumular ese capital que tan desesperadamente necesitamos en Guatemala para mejorar el bienestar de toda la población.

Termino estas meditaciones sobre la propiedad con la idea de que en Guatemala se refuerce su protección para que las personas puedan vivir tranquilas sabiendo que sus pertenencias son suyas y de nadie más, que no puede venir alguien a quitárselas ni a impedir que hagan con ellas lo que deseen, siempre que respeten derechos ajenos.