¿Somos las historias que nos contamos?
El año 1968 fue, según diversos analistas, un terremoto sin precedentes. Las personas taradeaban “Revolution”, de los Beatles, y el programa Star Trek desafió tabús al mostrar el primer beso interracial televisado (entre el capitán Kirk y Uhura). Los sindicalistas y estudiantes franceses tomaron las universidades y bloquearon las calles de París para protestar en contra del capitalismo y el consumismo. El feminismo cosechó logros y tomó matices marxistas. En Estados Unidos, manifestaban contra la impopular guerra en Vietnam y la lamentable segregación racial; los traumáticos asesinatos del senador Robert Kennedy y del pastor Martin Luther King agregaron leña al fuego. Alrededor del mundo, voces clamaban por la destrucción del status quo social, cultural, académico, económico y político. Todo valía, menos la tradición, la historia, la religión y la razón. Jacques Lacan burlonamente afirmó que “solo los idiotas creen en la realidad del mundo, lo real es inmundo y hay que soportarlo”.