Estos acuerdos no son fáciles ni de organizar, ni de alcanzar. Demandan, de la clase política (y de los votantes y de los tributarios) un entendimiento de lo valiosos que son la libertad, la paz, la cooperación social y el bienestar, y de lo imprescindibles que son las instituciones para conseguir y conservar aquellos fines.
Por eso es importante la elección que viene. A los votantes y tributarios nos corresponde exigir una oferta política de mejor calidad. Y sí, ya sé que entre los candidatos presidenciales que hay a la vista, la mayoría son “pelusa en el ombligo”; pero aún es muy temprano para saber qué es lo que vale la pena entre todo aquello, y qué no.
De cualquier manera, yo no dejaría de dormir por los candidatos presidenciales; y prefiero enfocarme en exigir mejores candidatos a diputados. En los próximos años, el Congreso va a ser más importante que la Presidencia; sobre todo, si queremos buscar y alcanzar el tipo de acuerdos a los que me refiero en el primer párrafo y evitar el despeñadero.
De ahí que es necesario que votes. Y si no te has empadronado, es necesario que lo hagas para ir a votar. Estoy consciente del mito del votante racional y de los trabajos de B. Caplan; pero estoy convencido de que la indiferencia y la apatía son peores. Yo hace añales que no voto a favor, ya he votado nulo y recientemente suelo votar contra el mal mayor; pero voto.
En estos comicios, la clase política debe recibir una lección electoral histórica, de magnitudes nunca vistas. Sobre todo, porque parece evidente que el sistema está siendo manipulado para favorecer a una opción y perjudicar a otras.
Luis Figueroa
consejo investigativo
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