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24 de noviembre, 2020
El CEES: principios económicos, el presupuesto y la manifestación
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CEES
Desde que el Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES) fue fundado en 1958 por un grupo de amigos, bajo el liderazgo del Dr. Manuel Ayau Cordón, se ha mantenido firme en la defensa de los principios de libre mercado y del Estado de Derecho. Año con año, el CEES ha escrito en contra de la corrupción estatal, del gasto público excesivo y de los déficits fiscales que endeudan a los ciudadanos. No nos motiva la animadversión a un gobierno determinado, con nombre y apellido. No defendemos intereses sectoriales. No usamos métodos violentos ni creamos crisis. El CEES es un tanque de pensamiento que difunde el ideario de la libertad y exhorta a los guatemaltecos, apelando a la razón, la moral y a la sensatez, y no a la emotividad pasional ni al odio.
¿Por qué nos oponemos a los déficits fiscales y al gasto público excesivo? Muchas personas piensan que los gobiernos deben redistribuir la riqueza y producir desarrollo económico, y por tanto piensan que es bueno que elaboren presupuestos altos y gasten a manos llenas. Muchas personas creen que el gobierno tiene el poder de corregir las decisiones personales de sus gobernados, y orientar la vida pública hacia un interés común ideal. Quienes piensan así, están por tanto a favor de cobrar impuestos elevados y de incurrir en una deuda pública grande para poder sostener un gasto público abultado.
Los miembros del CEES pensamos que el verdadero motor del desarrollo es el ser humano creativo y productivo, que necesita de un entorno de reglas claras y libertad para crear riqueza. Los gobiernos no crean riqueza: lo que gastan fue previamente producido por miembros de la sociedad. Los gobiernos están llamados a cumplir con unas funciones esenciales para el buen funcionamiento de la sociedad libre: garantizar nuestros derechos básicos, proveer seguridad y justicia y defender el territorio contra agresión externa. Un gobierno limitado (una minarquía), por definición, requiere de menos fondos para operar. Podrá ser gestionado con más transparencia y efectividad porque sus tareas estarán claramente definidas. Un gobierno limitado tendería a presentar menos oportunidades de corrupción a los funcionarios públicos, y tendría menos oportunidad de incurrir en déficits fiscales o de contratar deudas onerosas.
El problema no es el presupuesto general de la nación. Es conveniente obligar a los gobiernos a elaborar un presupuesto, como es bueno que planifiquen adecuadamente los responsables de las finanzas familiares. Es conveniente que tengan que contar con la autorización del Congreso previo a empezar a gastar. Estos son algunos candados para evitar que los gobernantes se vuelvan tiranos y expropien la propiedad de los ciudadanos de forma antojadiza. El presupuesto en sí no es corrupto: son los funcionarios que ejecutan el presupuesto de forma indebida los que incurren en corrupción. Lo que el CEES ve como problemático es que paulatinamente los gobiernos se atribuyan más y más funciones, que requieren más fondos. Existe una tendencia natural al crecimiento del gasto público. Cada dependencia estatal siempre querrá más fondos. Y no sólo es culpa de los funcionarios, cuyo prestigio y poder depende de los fondos que manejan, sino también de sectores de la sociedad y grupos de interés que piden una tajada del gasto público para sus fines particulares. Adicionalmente, los funcionarios públicos que elaboran, aprueban y ejecutan el gasto público no son personalmente responsables por los costos de sus errores, despilfarros o excesos. Los déficits pueden crecer y trasladarse al próximo gobernante casi impunemente. Guatemala necesita algunos candados adicionales, como por ejemplo frenos a la capacidad que tienen los gobiernos de endeudarse y otros mecanismos que frenen el juego rentista de los grupos de presión, pero estos no se pueden instituir en el momento en que el Congreso conoce el presupuesto general para su aprobación.
En el seno del CEES se ha discutido la conveniencia de adoptar una enmienda para balancear el presupuesto, es decir, prohibir al gobierno gastar más de lo que le ingresa, como han hecho con éxito países como Nueva Zelanda. Un hogar bien administrado observa ese principio: el presupuesto se ajusta al salario y otros ingresos previstos para el año, pues existen claras repercusiones para el jefe del hogar si deja de pagar sus deudas. Existen algunas situaciones extremas—como desastres naturales o pandemias—que sí justifican un endeudamiento temporal y prudente por parte del Gobierno, pero en general los gobiernos deberían estar amarrados por la misma disciplina que observamos los gobernados en nuestras finanzas personales.
La postura del CEES se distingue de la de otros individuos y grupos porque algunos de ellos están enojados porque recortaron el presupuesto de sus programas y proyectos favoritos y quieren redistribuir el dinero hacia los rubros de gasto de su preferencia. Incluso manifestaron organizaciones que, de acceder al poder, gastarían aún más. También manifestaron personas que usaron el tema del presupuesto como una excusa para desestabilizar al gobierno democráticamente electo, para sembrar crisis y violencia. Los miembros del CEES creemos que la violencia y la destrucción de propiedad, tanto estatal como privada, solamente empobrece más los guatemaltecos, y que muchos de los grupos que salieron a manifestar no externan el verdadero sentir de los ciudadanos honrados y trabajadores que quieren y se merecen un gobierno transparente y efectivo. Lo que verdaderamente beneficia a los gobernados es un régimen de Estado de Derecho y claras garantías a los derechos a la vida, la libertad y la propiedad de todos nosotros.

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